Euskal Hiria
Euskadiko izaki mitologikoak: Tarttalotik Mari eta laminenganaino
1 minGipuzkoa, Araba eta Bizkaian, bitxikeriaz betetako mitologia berezi bateko pertsonaiak dituzten ehunka kondaira iritsi dira gureganaino.
La mitología vasca no son fábulas, sino la forma que tenían nuestros antepasados de interpretar la realidad. En Mari, Akerbeltz o el Basajaun hay algo de verdad (y de historia). Quizás por eso nos atraen tanto el Tartalo, las lamias y resto de seres mitológicos de Euskadi.
Todas estas criaturas se estudian a nivel internacional por su originalidad. Porque aunque en el resto del mundo también haya mitología, la de Gipuzkoa, Araba y Bizkaia es tan única como nuestra propia cultura. Jakin-mina duzu?
Acompáñanos en Guuk por este viaje en el tiempo para descubrir los seres mitológicos de Euskadi más importantes. ¡Que no solo tenemos brujas!
Antes de meternos de lleno a hablar de Mari y del resto de seres mitológicos de Euskadi, tenemos que hacer una aclaración. Tal y como explica Luis Garagalza, la mitología vasca es "nocturna", se centra en el interior de las personas, la naturaleza y la recreación del presente.
Aquí no vamos a encontrar grandes dioses del Olimpo ni héroes superpoderosos. Nuestras leyendas son telúricas (relacionadas con la Tierra) y lunares (de la noche). Por eso nuestros antepasados estaban tan conectados con ellas.
Dicho eso, veamos cuáles son los seres mitológicos vascos más importantes.
Es el todo, la reina de la naturaleza y de la tierra. Se cree que Mari es una de las diosas más antiguas de la cultura vasca y se la suele representar con cuerpo de mujer, ropajes verdes y a veces en forma de árbol. También rodeada de fuego, como un arcoiris en llamas o una mujer con parte de animal. Su consorte es Sugaar y sus hijos Mikelatz y Atarrabi. Está presente en casi todas las cimas de los montes vascos, teniendo su morada principal en el Anboto. Mari controla el clima y el interior de la tierra, y tiene como misión castigar a los hombres mentirosos, orgullosos y ladrones. Es la única fuente de vida que se sostiene bebiendo de manantiales y pozos, del Sol, de la Luna y de la tierra húmeda. En Euskadi vela todas las casas que tienen un Eguzkilore en su puerta, frente al mal de Gaueko.
Sí, hablamos de la versión del famoso cíclope de la mitología griega. Solo que nuestro Tarttalo tiene raíces y costumbres asociadas con la naturaleza vasca. Hablamos de un pastor gigante y tuerto de gran caracter y muy malvado que se dedicaba a comerse los rebaños y las personas cercanas a las montañas. También se le conoce como Torto o Anxo, según la zona, y las leyendas cuentan que poseía un anillo mágico para cazar a sus presas. Para encontrarlo había que ir a sitios como el monte Erreniega o, especialmente, el monte Saadar. Allí se encuentra el dolmen Tartaloetxea en su honor.
¿Trolls, ogros o yetis? Basajaun en la mitología de Euskadi es una compilación de diferentes leyendas precrristianas repartidas por el continente europeo. Los antiguos vascos creían que era el Señor del Bosque, el primer poblador de la zona y quien descubrió la agricultura antes que los humanos. Algunas teorías sugieren que podría estar inspirado en el primer contacto que tuvieron los hombres de cromañón con los neandertales. Basajaun siempre está acompañado de su esposa Basandere y, a diferencia de Tarttalo, no posee un caracter agresivo. Se cuenta que Martin Txiki, quien representa al hombre en la mitología vasca, le robó sus conocimientos para llevarlos al resto de la humanidad.
Lamiak son la versión vasca de las Lamias de la mitología griega, las sirenas, ninfas, hadas —y similar— que luego se extendería en la antigüedad por todo el continente europeo. En Euskadi se las representa manteniendo ese perfil de seductora mortal y acechadora de niños, pero con unas formas propias; cola de pez, pies de pato y garras de ave como manos. Viven en los ríos y las fuentes, tienen largos cabellos con los que atraen a sus presas y que peinan con unos peines de oro preciosos.
Deidad para las brujas y terror para los cristianos. Akerbeltz es el macho cabrío negro que Goya retrató en su famoso cuadro "El akelarre". Eso sí, a diferencia de lo que sucedía en el cristianismo, en Euskadi Akerbeltz no estaba asociado a la encarnación de Satanás o Belcebú. Es simplemente un espíritu que vive en el interior de la tierra y, en ocasiones, un dios que protege a los animales y las casas. De hecho, no era raro encontrar caseríos con una cabra negra para proteger al ganado. Era quien presidía las temidas misas negras a las que acudían las brujas que persigió la Inquisición.
Es el consorte de Mari y padre de Mikelatz y Atarrabi. Sugar, Sugaar o Herensuge podría haberse incorporado al conjunto de seres mitológicos de Euskadi muchos siglos después que Mari, cuando los vikingos se asentaron en Hondarribia. Tiene paralelismos con Júpiter y con el Thor nórdico, y se le suele asociar a la tierra, el inframundo. La leyenda cuenta que de la unión de este y una princesa escocesa huida en Mundaka, nació Jaun Zuria, el primer señor mítico de Bizkaia. Los habitantes vascos creían que auguraba tormentas y que vivía en Muragain comiendo ganado y en la Peña de Orduña ingiriendo personas. Oficialmente vive en Agamunda y Atarreta.
Su nombre viene de "gentilis", una palabra que se utilizaba para denominar a las personas no cristianas. Los Jentilak, sin embargo, ya aparecen en leyendas previas a los romanos, cuando tuvieron que huir igualmente a las monañas y las zonas más altas de Euskadi huyendo de los nuevos dioses indoeuropeos. La cuestión es que siempre se les ha representado como figuras con fuerza sobrehumana que lanzaban grandes piedras desde muy lejos. Ellos habrían sido los constructores de dólmenes y cromlechs, manteniéndose al margen de la sociedad por su condición de paganos. Además, se cree que el último superviviente de ellos se convirtió al cristianismo convirtiéndose en el Olentzero.
Vinculado con Júpiter y el Thor nórdico. Urtzi es uno de los seres mitológicos de Euskadi más importantes. Es el dios del cielo y su nombre está asociado a los relámpagos, los truenos, el granizo, la lluvia y el resto de temporales. A él le debemos dos días de la semana (el jueves y el viernes) y, aunque ya estaba en la cultura vasca antes de los romanos, su aparición fue posterior a la de Mari. Por eso tiene menos presencia en las leyendas. Eso sí, es el unico ser que habita en el cielo de nuestra mitología, y eso le da un papel especial. Se creía que era la luz celestial y que protegía a la Tierra de toda amenaza.
Es uno de los hijos de Mari y Sugaar; el más perverso y dañino. En la antiguedad se creía que Mikelatz era el responsable de enviar la tormenta y la piedra sobre la costa vasca. Los expertos apuntan a que tiene influencias vikingas porque, tanto visual como simbólicamente, comparte muchas cosas con el dios nórdico Thor. También se le suele confundir con el propio Sugaar y con Hodei, el máximo exponente del rayo y la tormenta que acechaba a los agricultores.
Es el otro hijo de Mari y Sugaar, el símbolo del bien. Atarrabi estudió junto a su hermano en la cueva de Etsai, el Diablo, y a cambio de sus enseñanzas, este les pidió que uno de ellos se quedara. Le tocó a Miketlatz, pero Atarrabi era tan bueno que se sacrificó por él. Junto al Diablo aprendió muchas cosas, pero en un momento de descuido conseguiría escapar. Sin embargo, Etsai logró atrapar su sombra, que permaneció en la cueva. Atarrabi se hizo cura, y se cuenta que en los momentos de consagración su sombra aparecía tras él. Por eso años después le pidió al sacristán que le matara justo en ese instante, para escapar por fin del Diablo. Así lo hizo, y unas palomas se llevaron su cuerpo. Atarrabi está asociado con la constelación de Escorpio y con la leyenda del fraile Pedro Agerre Axular.
Ya ves que tenemos una mitología súper original de la que podrían salir miles de novelas, películas y hasta canciones. Los seres mitológicos en Euskadi son una joyita que tenemos que cuidar y conservar.
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