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Sí, los carnavales de Tolosa son uno de los más famosos del mundo. Pero no nos podemos quedar únicamente con eso. La antigua capital de Gipuzkoa es uno de los pueblos más bonitos de Euskadi tanto por su entorno como por un patrimonio histórico en el que nos perderíamos horas y horas.
Aún con todo esto, Tolosa no siempre aparece en las guías turísticas. Quizás algo tiene que ver que compite con sitios como Donosti, Hondarribia o Getaria. Los rivales son duros, pero no por ello podemos olvidarnos que estamos en uno de los rincones con más historia de la región.
Así que llama a la cuadrilla, y vente con Guuk a conocer la iglesia de Santa María, el Zerakusia o el famoso Puente de Navarra que deja auténticos fotones con el móvil del paso del Oria por la localidad.
Mucho en muy poco. Lo mejor de Tolosa es que tiene una gran cantidad de plazas y edificios históricos para visitar, pero los concentra todos en un espacio muy reducido. Por eso no es mala idea prepara un plan de día o de fin de semana para conocer la antigua capital de Gipuzkoa.
Este lugar fue durante siglos un nudo de comunicaciones muy importante entre los reinos de Castilla, Francia y Navarra. Así que unos y otros se peleaban por controlarlo con representación de grandes militares y familias nobles. Ah, y a ellos se sumaba la iglesia, claro.
Pocas veces el Ayuntamiento de un lugar tiene tanto valor como en Tolosa. La casa consistorial es un edificio barroco que terminó de construirse en 1672 y que supuso un símbolo de recuperación para una villa que había pasado por un duro incendio en el siglo previo.
La obra es del cantero Juan de Arburola y vino a constituir la nueva localización de este edificio público tras moverse de la Torre de Andía, en ese momento reclamada por sus propietarios. En su interior se conserva una talla en marfil de San Miguel Arcángel.
Y relacionada con la casa consistorial nos encontramos con la plaza Zaharra. Forma parte del plan urbanístico de finales del siglo XVII y se proyectó junto al propio Ayuntamiento tras comprar cinco fincas provenientes de la Edad Media. Los colores de los edificios que la cierran dejan una imagen de postal.
Es uno de los edificios más reconocibles del casco antiguo de Tolosa. La Iglesia de Santa María es, a nivel honorífico, la segunda iglesia más grande de Gipuzkoa. Cuenta con más de 1600 metros cuadrados y recibió sus últimos añadidos en el siglo XIX.
Se trata de un emblema de la historia de la villa. La antigua iglesia que ocupaba su lugar quedó totalmente destruida en el incendio de 1503, y los tolosarras tardaron cuatro décadas en reunir el dinero suficiente para levantar la que vemos hoy. En sus 200 años de construcción destaca el pórtico barroco y la escultura de San Juan Bautista.
Es una de las pruebas más importantes que revelan el pasado capitalino de Tolosa. El Archivo General de Gipuzkoa lleva instalado en esta localidad desde el siglo XVI, aunque no fue hasta 1904 cuando se traslada de la Iglesia parroquial a este edificio obra del arquitecto Manuel Echave.
Recibió un importante lavado de cara en 2005, aunque se sigue manteniendo su esencia. En el interior se conservan todos los documentos relativos a las Juntas Generales, la antigua Diputación Foral, los protocolos notariales de Tolosa y el Archivo de Corregimiento de Gipuzkoa.
Pocos edificios en Euskadi te vas a encontrar tan bien conservados como este Palacio de Aramburu. Es uno de los más importantes de Tolosa y supone todo un símbolo del barroco vasco a nivel internacional. Aquí se imprimieron en 1697 los Fueros de Gipuzkoa participados por Miguel de Aramburu. En la actualidad sirve de biblioteca y de archivo municipal.
Es si ninguna duda lo más fotografiado de Tolosa. Básicamente porque forma parte de la silueta que ofrece la villa desde fuera; con esos arcos tan característicos y el reflejo del río Oria sobre los edificios. Sí, hablamos del emblemático Puente de Navarra.
A Tolosa también se la conoce como la villa de los puentes porque tiene hasta 38 de estos. Pero el protagonista de este apartado es el más conocido junto al Berria. Cruza el río Oria y se desconoce su fecha de construcción, aunque se cree que en el siglo XIII ya era de piedra. Servía para ir y venir del Camino Real de Francia a Navarra... pagando peaje, claro.
Era una de las cinco puertas originales para acceder a la villa de Tolosa. Quien partía y o llegaba de Francia o Castilla pasaba por aquí. Aunque lo que se ve actualmente no es el edificio medieval inicial, sino una remodelación que se llevó a cabo en el siglo XVII.
Sí, Tolosa tuvo muralla en el pasado, pero como otras tantas acabó desapareciendo con la expansión del municipio, las guerras y otros temas urbanísticos. El lugar que ocupaba esta hoy lo representa Zerkausia. Es decir, el Mercado del Tinglado.
Es una estructura metálica que aprovechaba los avances técnicos de principios del siglo XX, y con la que Juan Alejandro Múgica buscaba recrear la forma de la muralla original frente al Oria (a través de sus cristales pueden verse restos de esta). Hoy es uno de los espacios del mercado de Tolosa; aquí con productos autóctonos representativos de la zona.
Se funda en 1666 y construye entre 1711 y 1732 para albergar a las monjas Clarisas Franciscanas. Son Miguel Pérez de Mendiola y Magdalena Huaene quienes impulsan esta comunidad en la Torre de Iturriza, pero la falta de espacio invitan a la construcción del convento de Santa Clara.
En el siglo XIX es ocupado por los franceses para servir de hospital, y ya en 1964 se declara Monumento Histórico-Artístico de interés provincial. Hoy es famoso por su increíble acústica y por los diversos actos de coros que celebra.
Es uno de los más antiguos e importantes de Tolosa. Aquí nació Alonso Idiázquez, secretario de Carlos V (este mismo pasó por él de camino a Flandes en 1539), y también ahí mismo vivió muchos años después Félix Samaniego, alcalde de Tolosa en 1775. Si te fijas en la fachada que da al río podrás ver restos de la antigua muralla.
Hoy hace las veces de sede social para el Casino de Tolosa, y es objeto de estudio para todos los amantes de la arquitectura y la historia de Euskadi. En la Plaza Vieja podrás ver su escudo de armas, colocado tras la remodelación del siglo XVIII.
El carácter de Tolosa está muy influenciado por el Oria y todos sus afluentes. Así es hoy y así ha sido durante sus siglos de historia. Por eso no es raro que la economía de la villa fuera dependiente del agua, y que aquí hubiera hasta cuatro molinos. Hoy solo perdura este del siglo XIV, reinterpretado con formas modernas.
Incluso lo más mundano entre tanta historia tiene un gran valor. Es el caso de Casa Laplaza, un edificio en origen de artesanos y comerciantes de renombre, que ya en la época contaba con elementos arquitectónicos de lujo. Aquí se habría iniciado la tradición de decorar los balcones en carnavales.
En su momento se organizaban aquí cuadrillas para comer con sidra, pero hoy está cerrada al público. No te pierdas cerca la calle Letxuga, con su propia historia relacionada con San Juan
Es el edificio más destacable de la calle Correo. Lo que ves es una fachada de origen medieval heredada de la casa-torre que había antes de levantarse el Palacio de Iturritza en el siglo XVI. Los escudos van firmados por Miguel Pérez de Mendiola y Magdalena Unane. Estos regalaron el espacio a las clarisas, que más tarde se mudarían a su propio convento.
Es una de las plazas más famosas que hay que ver en Tolosa. Si en Zerkausia cada sábado se venden productos locales, en la plaza de la Verdura ese mismo día se celebra el mercado de flores y plantas. La estructura que te rodea está sobre la antigua alhóndiga en la que ya se vendía carne, pescado y hortalizas en la Edad Media.
En 1840 se derriba este antiguo edificio y se levanta el soportal actual con las técnicas de la época. Si te fijas bien, en el centro podrás ver un busto del poeta Ramos Azkarate, autor de uno de los temas del Carnaval: Galzaundi.
¿Has alucinado con el Palacio Aramburu? Entonces no te puedes perder el Palacio Atodo. Es el segundo más importante de Tolosa y representa uno de los mayores exponentes de la arquitectura renacentista. Debe su nombre a Fermín de Atodo, capitán de los tercios tolosanos, embajador de Felipe II en Roma y conde palatino.
Hoy el edificio son viviendas privadas pero cuenta con protección como Bien de interés cultural (BIC). Aquí se alojaron figuras como las de Felipe III, Fernando VII o Carlos IV. En el siglo XVIII se usa como cuartel y en el XX pasa a ser colegio de las religiosas de la Inmaculada Concepción.
Frente a la plaza vieja en la que se ubica el Ayuntamiento, esta otra plaza nueva se llama así porque fue la última que se construyó en el caso antiguo a mediados del siglo XVIII (antes había sido huertas intramuro. Lo más reconocible aquí es kiosko central, aunque no dejes de mirar los edificios de alrededor.
Verás lo que se conocía como la Casa Toriles (por el lugar donde se guardaban los toros de las corridas) en un lado, y el edificio de Abastos (antes segunda casa consistorial y después alhóndiga) en el otro. Estás en lugar de celebraciones para los tolosarras; desde conciertos a tradiciones y partidos de pilota.
En nuestra opinión es uno de los edificios más imponentes y bonitos de Tolosa. La iglesia de San Francisco está en construcción casi 100 años entre finales del siglo XVI y finales del XVII bajo la orden de Pedro de Mendizorroz. En su origen estaba extramuros, aunque junto al Camino Real de Castilla.
Fue durante mucho tiempo escuela de teología y más tarde hospital militar y cuartel en tiempos de guerra. A su alrededor había una gran extensión de huertas, aunque con las desamortizaciones del siglo XIX pasan a utilizarse para el frontón Beotibar y el Archivo Provincial.
Este edificio tan señorial e imponente hoy se utiliza como la Casa de Cultura Antonio Maria Labaien, pero en el pasado fue el Palacio de la Diputación. Se levantó en el mismo lugar donde se ubicaba la casa Barrenatxoenea o Portaletxe a mediados del siglo XIX.
Por supuesto que en Tolosa no falta una plaza de toros. Se trata de una de tercera categoría con más de 5.000 asientos que se llenan hasta los topes durante las tarde sde los carnavales; del Jueves Gordo al Martes de Carnaval. Se construyó en 1903 y durante la Guerra Civil fue campo de concentración del bando sublevado.
¿Por dónde empezar? Hay señales de asentamientos en Tolosa desde la Edad del Hierro, la Edad del Bronce e incluso más allá. Sin embargo no hay mucha información ni de esta época ni del proceso de romanización. La historia de la villa comienza en realidad en 1265, con la fundación de Alfonso X, "El Sabio".
El monarca concedió entonces el Fuero de Vitoria a esta villa que nacía en el valle de Oria, sobre el propio río en una especie de isla protegida. El reino de Castilla tenía muchos intereses en esta nueva plaza porque servía de control para las comunicaciones entre Gipuzkoa (incorporada en el 1200), Navarra y el interior de la península.
Desde ese momento Tolosa se va a caracterizar por su resistencia; la de sus vecinos al pago de impuestos y la de su propia arquitectura a los consecutivos incendios. El primero lo sufre en 1282, del que se recupera gracias a las políticas de Sancho IV.
A partir del siglo XV sus habitantes van a oponer una resistencia feroz y efectiva a los tributos del reino y marcarán un antes y un después para la relación de la villa con la corona. En 1469 sufre un segundo incendio y en 1503 un tercero. Dos décadas después el Conde de Salvatierra pone a Tolosa en el bando comunero durante la Guerra de las Comunidades.
Ya en el siglo XVIII los franceses la ocuparán durante la Guerra de Convención primero, y en la Guerra de Independencia después. Tras la victoria, Tolosa sería capital de Gipuzkoa entre 1844 y 1854 hasta volver a Donosti, y en la década de los 70 pasaría bajo control carlista.
Durante los años posteriores vivirían un gran impulso industrial en línea al resto de Euskadi, y se convertiría en todo un referente del papel. Hoy es famosa por su actividad cultural, sus ferias de agricultura y su turismo. Ah, y por su gastronomía con la alubia y los dulces.
Si lo miras en un mapa, verás que Tolosa se encuentra muy próxima a San Sebastián. Y sí, los 27 kilómetros que la separan de esta otra ciudad han marcado durante toda su historia el papel estratégico que le daban sus gobernantes. Dicho eso, está más que claro desde dónde resulta más sencillo llegar.
El municipio lo recorre la A-1 y las carreteras provinciales GI-2130, GI-2135 y GI-2634, y es un muy buen punto de partida para conocer la Sierra de Aralar y la zona de Azpeitia y Azkoitia. Vemos.
¡Y eso es todo! Si te pica el gusanillo, no lo dudes. Visitar Tolosa es algo que hay que hacer sí o sí pasando por Gipuzkoa. Todavía mejor si lo haces con una tarifa de Guuk para el móvil. Volarás en datos para compartir tu experiencia con los amigos.
Oria ibaiaren ertzean dagoen Gipuzkoako herri honek Euskadi osoko ondare historiko eta kultural aberatsenetako bat du.
Altube ibaiari forma ematen dio 100 metroko ur-jauzi honek, eta Gorbeiako Parke Naturalean ikusteko dagoen toki ederrenetariko bat da.
Ane, June o Irati son solo algunos de los muchísimos nombres únicos que ofrece el euskera frente a otras opciones mucho más comunes en la península.
Ane, June edo Irati euskal izenen aukera zabaleko hiru besterik ez dira; izen guztiz bereziak, penintsulan askoz ohikoagoak diren beste batzuen ondoan.
Gipuzkoako herri ezezagun horrek ondare errenazentista eta hezitzailea du, eta Euskadiko hiriburuen arteko komunikazio-azpiegituren lotunea ere bada.
La gran desconocida de Gipuzkoa posee un gran legado renacentista, educativo y cohesionador a nivel de infraestructuras de comunicación entre las capitales de Euskadi.
